CABALLO DEL FULGOR
1Caballo del fulgor,
tú eres mi luz azul.
Sueña mi otra muerte
de caballero adarga en ristre,
tuerto de tanto entuerto, exhausto de sentido:
no saber qué osamenta se le oxida
a la triste figura del espejo,
no saber que morimos del hastío
en la contienda, que de gozo nacemos
para morir de ausencia, sin subir
a tu grupa, Pegaso de la vida.
Más allá no hay abismo
de partida,
el horizonte es el punto.
2Hasta el mar del nacer
que cabalga la sangre
tu voz en mis palabras:
Que se haga carne
hacia el grito que espanta tu aleteo
que boga por la Estigia de mí mismo
más allá del no ser agazapado.
Tu caricia fugaz de tan eterna
enciende el estallido de la aurora
en esta cárcel cóncava del ser.
3A entender el lenguaje del destello
con el hálito fértil del conjuro,
llévame a tu espuma,
deslumbra mi conciencia de encontrarme.Caballo del fulgor,apágame los ojos.
tu perfección fugaz araña ocasos
pues la meta del necio transeúnte
no es llevar a tu tálamo la aurora.
que el dulce farallón es desenlace,
y espera de su azúcar tu conjuro:
el gesto bajo el muslo proceloso
que reclama al deseo su espesura,
su estrechez de raíces.
desteje perfección.
No llega. Poco importas
no pisar el sendero de otro Ulises
sino hacer un tapiz para el olvido.
In my end is my beginning(…)
Todo se va, mas llega su partida
a un regreso que llega a mi principio.
Si no estar es la espera del deseo,
estar es el deseo de la espera.
es el mío, poeta que pisara
la sombra de un tercero que fui yo
con desarraigo audaz de mi raíz,
con tu raíz que sufre desarraigo,
trashumancia del ser hacia la hierba.
y un futuro que acaba en la ventana
de cualquier horizonte proceloso.
Más allá de la lluvia, más acá
de la ausencia me miro con tus ojos
y veo la mirada taciturna
que le duele a mi vida T.S. Eliot.
que se lleva las ánimas que pacen la escollera
a vagar por tu luz de mar antiguo.
la tierra fértil, eres
la lluvia blanca, Eliot de la lluvia
que azulea ceniza
y amarillea el trigo.
que soñara el letargo
del nómada arcoiris.
la planta del banano
que añora vasallaje.
La paz de aquel Octavio imperator del destello
que siembra las aceras del lenguaje
con la semilla tuya. Carlos Edmundo
buscando vellocinos sin las calles del verso.
cuéntame sus naufragios, sus heridas.
Así te llamas. Eres mi heterónimo.
de morderte la lengua en el instante
del recuerdo? ¿De dónde la escollera
que le sigue al olvido cuando pisas
la evidencia de ser tu propio hálito?
Aunque caves la tumba del lenguaje,
llegará otro lenguaje de otra lluvia.
Y si cavas en ti saldrás tú mismo
a sembrar tu agujero de luciérnagas.
de cegar tu mirada con palabras?
la ventana encendida
ya no espera.
y no mires atrás,
que si miras la lluvia
serás la misma lluvia
de un lenguaje vacío.
en tus palabras
donde yazgan mis huesos
de luciérnaga.
buscando otra mirada.
y cazaste tus ojos.
renegar de su sombra.
Por Luis León Barreto