NADA

No me vio mujer, sino una más de las que había conocido,

ahora, toco la corona en mi cabeza

con su  espina clavada,

se ha quedado en su  sabia  este dolor,
me recordará los días de sol que no son más que el sol

cuando descorro la cortina y todas las cosas

siguen su rumbo como ánima que me cerca

y me levanto a encender las velas.

Yo la única mujer que calmó

sus atados dolores, sus vacíos,

de ella, rencores,

y en un momento regido por los temores

acercándolo a la muerte;

"pensarás, (yo Ana)

atada a la noche, la noche

atada a mi cuerpo.

Presiento

que tus manos no se aquietan

cuando duermo,

no descansas y yo muerdo

a oscuras  las sábanas heladas,

pero yo había pensado en algo distinto

como abrir la llama de mi sexo,

su aroma y su decibel murmurando,

grotesco en mi oído como me gusta

exacerbado todo el campo de cemento,
te has hecho viejo en mis andares

como un pez en el remanso más calmo, 
de la vulva joven,  allí fuiste consumiéndote,
no habrá virgen olvidada  que te atrape

dulcemente

con su boca y se atragante con tu dedo

y demasiados sexos,

para no gritar entre los muertos,

otros  estuvieron,

pero no   conocieron firmamentos como tú".

Yo, Ana, en pleno carnaval te sumerjo

entre mis aguas  la última voz

de tu tiempo.