Tarde de réplicas

Una tarde más de esta semana. Estoy resfríada, he tenido que permanecer en mi dormitorio. Me gusta este mundillo mío, libros, llena de libros en las estanterías, algunos en el suelo, allí quedan cuando he indagado en ellos, otros de mi lectura de la noche, melancolicones para antes de dormirme, otros de la mañana, para no envejecer, para tener el cerebro despierto, siempre pienso en esta utilidad, y otros libros esparcidos en mi cama. He pasado esta tarde entre llamados de alertas de tsunami, de llamados a la calma, de llamados de mi marido desde Lirquen que alertas, que epicentros en el norte, no que mas al sur, que estan preparados en el buque  a correr con sus mochilas, no,  que está todo bien, que a  la calma, que la alerta, por prevención, si, por prevención, la calma, y asi se ha estado cimbreando mi ánimo y yo con mis ganas de vivir en paz. Tomo mi guitarra la rasgueo desganada, miro mis pinceles y no quiero  pintar, no determino qué hacer con estas horas, cuando otros días he pensado como las horas fueran largas para dar rienda suelta a mi imaginación.     Tiembla, los pajaros picotean mi techo, el viento sopla las posibles piedrecillas sobre mi techo, y las ramas rasguñan sobre  mi cuarto lo que pueda haber.  Esta parte de mi casa es hechiza como escucho  decir,  fue construida años después, era la pieza de los cachureos antes que llegaran los demás habitantes de mi hogar.  Quiero lograr la quietud que me concentra, quiero la concentración para explorar en los misterios, quiero reencontrarme tranquilamente sin pensar que con este amplio sol de Valdivia, el agua, sin embargo, el agua pueda llegarme al cuello o diez centímetros más arriba y no pensar más. El cambio de mando pareciera ser lo menos relevante.