En mitad de la soga
he corrido a tiempo
sin pensar
que a pesar de todos los trinos
el silencio de las ciudades
someterán mi paz.
Boca arriba maúlla
la mamífera noche
y yo te persigo y me engulles
sin piedad.
Entre albas y albas
su aire fresco
relamiendo la funda
de los sueños
que quisieran volar.
Entrevisto en la nocturna
Calle musita un grillo
Tendido entre juncos mudos
Los dos
Se nos acerca
El cielo estrellado
Para aplastarnos
La desilusión.
La espina duele en la yema
como si fuera mi corazón.
Escombrada gavilla
inútil
aplastada escribe
a duras penas su final.
Sin tregua quisiera
circular mi sangre en tu sangre
como una sola llama
que se extingue.
En vilo cuelga mi cabeza
de una luz relampagueante
de la burla acosa
acusa la tenebrosa bofetada
al moribundo.
Desova magistral
Para quedarme en tu memoria
La gracia finita
De mi generosa intención.
Enorme pájaro
Que su lágrima vierte en pleno vuelo
Y parece llover con sol.
La carcajada hiere
Riente nos confirma
Que la muerte es una dentellada
Que siempre vence.
Llagada maestría
del siglo lerdo
la hoguera nos quema
las pilchas.
Abatido lo he visto
y le he visto su rostro triunfante
mora en su fachada
que elige íntegro.
Lengua ciega de mis estertores
moribunda sexuada
así esperaré la luz.
El hambre es la jaula
del mundo
Miserable libertad
De negra noche mezquino aire.
Merodea como la luna
las rociadas umbras de extraños
huertos
nacarado labio agitándose
entre mis vestidos
florece invisible cáncer
torvo abandono
de los pueblos inocentes
del mundo sin luz.
Osario de aguas veloces
osario de sedientos sin fe
claman por la vida
o por la muerte
o por la inconsciencia
de estar solos.
Ínfima fisura
que va por una boca
que no grita sus odios.
No le he mostrado mis escamas
para que me ame
antes del amanecer.
Las ruinas nos cubren
y hemos esquivado
el desenlace definitivo
la sílaba ese exabrupto
fónico
que es tromba brava
en ese seno ingenuo.
Olor hay en mi grieta oscura
Puede ser un dios avergonzado
Como yo yazgo
Entre las tumbas
Y cenotafios que luego
Irán a la fosa común
Con su esperanza celestial.
Ese cántaro ha cobijado
a los pétalos entre sus frías
concavidades entre larvas
decantadas en el fondo.
He ambulado por las rotondas
Tumultuosas
Ensordecida
Y la ruindad imperdonable
De la desidia.
La luz nos abre los ojos
y nos cierra la respiración.
Feroz vacío donde ir sin rumbo,
de prisa y solo,
por las imprecisas calles semioscuras
por las imprecisas calles semioscuras
de la tarde tarde.
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